lunes, 9 de julio de 2007

karacola, me invitò a participar de esta cadena, que hace algún tiempo venìa viendo en otros blog... Acà va mi parte del jueguito...

Reglas:

• cada jugador(a) cuenta 8 cosas de sí mism@s..
•ademàs debe poner las reglas en el blog..
•luego, seleccionar a otros 8 bloguer@s, poner su nombre en el post y avisarles en su blog.


Mis 8 cosas:




1-. Me llamo Romina, pero mis amigos me dicen Violeta. Todo comenzò hace muchos años, cuando adoptè el color morado como propio, y siempre lo traía conmigo. De hecho, la mayorìa de mi ropa, accesorios, implementos varios, son de ese color. Por ello, las personas me identifican màs fàcilmente con ese nombre, que además me encantaría tener, por la gran Violeta Parra. El color representa la sexualidad femenina y la transmutaciòn.

2-. Amo mi puerto de Valparaíso. Cada día contemplo el mar como si fuera forastera. Camino por sus laberínticas calles y siempre busco nuevos detalles. Viajo seguido en Trolley y me encantan los ascensores. Prefiero mil veces Playa Ancha, mi cerro, que los sectores patrimoniales. Recorro algunos de sus rincones con el dominio de un cartero. Siento que en este territorio coexistimos en la diversidad, y se respira Chile, se perciben nuestras contradicciones y limitantes. "Te declaro mi amor, Valparaíso" (Pablo Neruda)

3-. Soy Escorpión y Caballo, en el horóscopo chino. En este último no me manejo demasiado. Me identifico con lo apasionada en las cosas que emprendo, lo intensa en mis relaciones personales, mi memoria obsesiva (disculpo, pero no olvido), y algunos rasgos autodestructivos.Pero de eso... mejor ni hablar!

4-. Soy muy apegada a quienes màs quiero, entendiendo en ello mi cìrculo màs cercano, familia y amig@s, con quienes agendo mis semanas, para ponernos al dìa y disfrutar la vida. Cuando estoy a solas, mi lugar favorito es el mar, las rocas y su inmensidad.

5-. Tengo una memoria obsesiva! Tiendo a recordar hasta detalles para otr@s irrelevantes e imperceptibles. Me ha servido bastante, en cosas pràcticas y tb recordando anècdotas, fechas, etc.

6-. Cuando me gusta algo, tiendo a la repetición. Veo mil veces la misma pelìcula, tratando de captar nuevos detalles, escucho las mismas canciones, frecuento los lugares.

7-. Me gusta mucho mi trabajo, lo que es una gran fortuna. Gran parte de mi dìa estoy en èl y tengo muy buenas relaciones con mis compañer@s de trabajo, cada uno desde su particularidad. Por algún tiempo sentía que mi mundo giraba entre mi casa y la pega, pero eso es algo que estoy superando...de a poquito.

8-. Me encanta escribir, necesito desahogarme, con una pluma o un teclado. Tengo hartas libretas en que anoto las cosas que me parecen relevantes... Un cuaderno de trabajo tiene de todo un poco. Uso lápices de colores no convencionales, y tomo fotos para perpetuar los momentos, las personas, los detalles.

Esop.. extraño esto de hablar de uno...

Siguiendo con la cadena, mis elegidos y elegidas son:
Vemod, Smoked eyes, Nafro, Vlv, Valparaisina, Rodrigo, Liberty, Bajamar
 
posted by Violeta z at 14:08 |


18 Comments:


At 9 de julio de 2007, 22:25, Blogger Nafro

Pat Metheny (jass contemporaneo, es un maestro loe scucho desde que tengo memoria) esa es la musica ke la lleva

mis 8 cosas:
1. me llamo Ignacio, tengo 16 años. me llaman nafro, pa hacerla interesante hare una ecuacion:
Nacho (disminutivo de ignacio) + afro (forma natural de mipelo = Nafro

2. soy un apacionado, hago lo ke siento, porque creo que es lo correcto ( sin dejar de ser racional)

3. me gusta disfrutar las cosas a concho porque me consta que jamás seran igual.

4. disfruto escuchar musica, tocar guitarra, hacer magia (me encanta)y estar con mis amigos. Lejos lo que mas me encanta y Contenta es andar en Bicicleta, es lo que me ahce mas feliz

5. soy logico y practico, hago lo ke mas me conviene y coincidero ams inteligente.

6. algo malo... haber. Mi memoria es pecima, mi ortografia tambien ( me averguenza) tengo mala caligrafia tambien( ya imaginaras mis cuadernos)

7. Escribo las cosas tal cual las pienso o siento, me coincidero valiente por eso

8. Soy leal con quienes devo serlo, con mis amigos y primos, lealtad y "aperramiento" son la clave pa la amitad.

vale por conciderarme... pronto pondre esto mismo en mi blog....

 

At 9 de julio de 2007, 22:36, Blogger Nafro

disculpa...

ownaje = algo ke la lleva

 

At 9 de julio de 2007, 23:56, Blogger Cuculí Pop

Mis ocho cosas:

1.- Me gusta decir que le he dado 34 vueltas al sol. Comencé a darlas el verano de 1972, cuando mi madre descubrió, desafortunadamente, que la T de cobre era puro cuento y, felizmente, que yo vivía en su vientre. El 18 de octubre es poco memorable. Si se tiene en cuenta que ese día murió Ortega, en 1955, o Thomas Alva Edison, en 1931; que nació Martina Navratilova, en 1956, o Isabel Allende, en 1942, parece ser un día sin mayores consecuencias prácticas. Pero es claramente memorable, si se considera que en 1904 comenzó, oficialmente, la famosa “mediterraneidad boliviana". Soy el segundo de cuatro hermanos, ninguno de los cuales fue esperado, ni menos deseado. Pero mi vieja los parió a todos. De hecho, interrumpió sus estudios en el Pedagógico de Playa Ancha –donde había conocido a mi viejo- y se casó con él en 1969, para parir en regla a mi hermana mayor que, luego de nacida, en mayo de 1970, vio que toda la parentela se trasladaba a Iquique, siguiendo el sueño de mi abuelo materno, Julio Arriagada Riquelme, químico de profesión y cantante frustrado de tonadas, que había sido nombrado para un cargo ejecutivo en CORPESCA. En mi familia siempre oí decir que mi abuelo era descendiente de O’Higgins. Mi abuela, incluso, esperaba recibir una improbable herencia merced a tal prosapia, respecto de cuya efectividad insistía, considerando el segundo apellido de su marido, el hecho de que había nacido en Chillán Viejo en 1918 -cien años después de la Independencia- y que, para colmo, había visto la luz el 20 de agosto, un día ciertamente memorable.
2.- Nací en medio de un paro nacional, pero debí haber provocado la alegría de mi padre, que entonces hacía clases en la sede iquiqueña de la Universidad de Chile y estaba a punto de convertirse en Secretario Regional del Frente de Trabajadores Revolucionarios de Tarapacá, o algo así. No alcancé a darle mi primera vuelta al sol cuando dejó abruptamente de ser el Secretario Regional de tan revolucionario frente. No recuerdo, naturalmente, lo que pasó una mañana de diciembre de 1973, pero me han contado que unos militares fueron a buscarlo a la casa y se lo llevaron, al cabo de unos días, a Pisagua, histórica caleta de pescadores donde pasó casi un año. Allí estuvo a cargo de varias actividades artísticas, fue salvajemente torturado y conoció a quienes iban a convertirse, con los años, en amigos entrañables para el resto de su vida. A mediados de 1974, fue condenado en un Consejo de Guerra como autor del delito de porte de arma de fuego. Debíamos, entonces, volver. Estuvo relegado en Casablanca durante un año, parece. Cuando mi padre terminó de cumplir la pena, mi madre llevaba en su vientre a mi mejor amigo, Camilo Aravena. Con él allí y con el resto de la familia, volvimos a Iquique en 1975. Llegamos a una casa blanca, hermosa y grande, en la calle Riquelme, donde vivían mis abuelos. Es la primera de la que tengo memoria. Don Julio Arriagada había jubilado por esos años. Dos hemorragias cerebrales le provocaron una hemiplejia tan severa que, desde entonces, sólo mi abuela le entendía lo que decía. Yo a veces le entendía algo, pero casi nada.
Pues bien, una mañana de 1976, salí de la hermosa casa de Riquelme, peinado y muy bien vestido, con destino incierto. Luego de algunas horas, todo el mundo corría desesperado sin saber qué hacer: “¿Dónde se habrá ido Pedrito?” Mi padre no quería llamar a Carabineros y prefirió salir a buscarme a la calle. Pero, tal como Papelucho, no estaba perdido en ningún caso. Mi hermana mayor me había visto, al fin: “¡El Pedrito está saliendo en la tele!”, gritó. Y era cierto. Caminando había llegado hasta una vieja casona de la calle Baquedano desde donde se emitía, por aquellos años, la señal de televisión de la Universidad del Norte. Entré al canal, caminé por un pasillo gigante y me metí en un estudio pequeño y oscuro donde se grababa el “Show de Pipo”, un payaso definitivamente carismático que me incluyó en el programa, jugó conmigo y se preguntaba, frente a las pantallas, de dónde había salido este pecoso. Mi padre, que llegó al “Canal 12” al poco rato, para rescatar a su pecoso que no quería volver a la casa, fue contratado un mes después como ejecutivo de publicidad para la Corporación de Televisión de la Universidad del Norte. Al año siguiente nació mi hermana menor y se completó la familia. Al menos, desde entonces, mi madre descubrió que las pastillas eran un método anticonceptivo plenamente seguro.
3.- Mi padre tuvo mucho éxito en el canal 12. Se convirtió en algo así como un asistente de producción y participó en programas excelentes. Recuerdo muy bien el montaje televisivo que hizo el canal 12 de Jesucristo Superestrella, la Opera Rock que, en su versión en español, se grabó en un pueblo perdido de la pampa del Tamarugal, cuyo nombre no recuerdo. Desde entonces, este marxista y ateo, que de ateo tenía poco y de marxista menos, acaso inconscientemente, comenzó a inculcarme el conocimiento de la persona de Cristo. Un Cristo personal, naturalmente, como el que le sirve a muchos hombres sin fe para decir humildemente que son cristianos, simplemente porque se imaginan que Jesús de Nazaret era un buen chato. Años después, escribí lleno de convicción la memoria con que me gradué de Licenciado en Ciencias Jurídicas, y que llevó por título: “La censura en Chile del Filme La Última Tentación de Cristo".
4.- Durante mi niñez recuerdo haber salido de paseo a la playa muchísimas veces. Al sur de Iquique hay un extenso litoral inexplorado, lleno de radas y balnearios increíbles, algunos de muy difícil acceso. Perdido entre la roca, muchas veces acompañaba al único hijo varón de Don Julio Arriagada, mi tío Eduardo, y a mi padre, cada vez que salían a pescar. Siendo niño, en ese entonces, a fines de los 80, descubrí que me encantaba soñar despierto mil historias en las que siempre era el imbatible héroe melancólico que triunfa. Recorrí varias veces la negra y solitaria ballenera abandonada, lleno de pensamientos insostenibles, callado bajo el sol, mientras mi padre se las daba de pescador consumado. Indefectiblemente, volvía de esos paseos a mi casa quemado hasta los pies, insolado y sufriendo mi propia imprevisión de piel blanca. Cierta vez, en Playa Blanca, partió conmigo y con un chope en la mano, mi viejo, que se metió entre unas rocas por donde la ola implacable reventaba bulliciosa. Volvimos felices con dos sacos llenos de lo que mi padre creía eran lapas. ¡Un festín nos esperaba esa noche! Pero al llegar a las carpas, descubrió triste y desconsolado, en medio de las burlas familiares, que los dos sacos estaban llenos de apretadores, unos incomibles invertebrados prehistóricos que no sirven ni de carnada. Finalmente volvimos a la casa, sin moluscos ni pescados, pero yo iba feliz como niño de teta y quemado como pancora.
5.- La familia se trasladó nuevamente, en 1981, esta vez a Santiago, siguiendo mi padre la incierta promesa de trabajar como jefe de publicidad en el canal de la Universidad Católica de Valparaíso. Su sueño se frustró muy pronto y vivimos así, todos, la cruda carga de su cesantía durante todo ese año inolvidable. De esa época son mis primeros recuerdos de vendedor de chilenitos, en Nuñoa. Recorría todos los edificios del barrio donde vivíamos, cerca del Estadio Nacional, llevando una bandeja llena de unos pasteles deliciosos, hechos con hoja fina, rellenos de manjar almibarado con ron y cubiertos del betún que sólo mi madre sabía preparar, y cuya receta había aprendido de una tía, durante el año de relegación que mi padre sufrió en Casablanca. Dejaba con cuidado los pasteles en el suelo y golpeaba. Antes que la gente, temerosa -en esos años-, abriera la puerta de sus departamentos, me agachaba, tomaba la bandeja y decía: "¿Quiere vender pasteles?".
Mi viejo era el gerente de esa incipiente empresa pastelera: controlaba los gastos, conseguía el manjar a precio de costo (no sé cómo) y ofrecía los chilenitos en tiendas y mercados. Cuando volvimos a Iquique, a fines del 81, seguimos con la pastelería, que poco a poco llegó a desarrollarse muy bien. Por ejemplo, me correspondía, como socio y ejecutivo, todas las mañanas, a primera hora ir a dejar una bandeja de pasteles al Mercado, donde un infame locatario compraba chilenitos todos los días, para venderlos en su puesto de jugos naturales. Recuerdo que seguía siempre el mismo trayecto, todas las mañanas, por calle Gorostiaga.
El mismo camino debía recorrer al mediodía para ir a mi escuela. En medio de la infausta caminata, bajo el inclemente sol del desierto, me topaba con mi hermano Camilo. Era el principal evento diario y el más emocionante: un solo y largo saludo con la mano en alto nos unía emocionados, desde que nos veíamos a los lejos y hasta que nos perdíamos de vista, él corriendo a la casa y yo camino al colegio. Nunca lo olvidé.
6.- Tampoco olvidaré jamás mi primera biblioteca. Escondía ordenadamente los libros en un pequeño aparador que había en la pieza que compartía con mis dos hermanos menores, en ese departamento del barrio El Morro. Había allí una colección inconclusa de libros de historia de la humanidad, contada al estilo de un cómic, a todo color y con ilustraciones sorprendentes, que me había comprado, capítulo por capítulo, la hija mayor de Don Julio Arriagada, mi amada tía Paty. También tenía una colección completa de Papeluchos y varios otros libros que mi viejo se llevaba sin pagar desde una tienda de libros usados que funcionaba en la Feria Persa de calle Vivar. Nos metíamos en los pasillos de ese increible y oscuro negocio de libros, buscando cualquier cosa maravillosa y, cuando luego de casi una hora mi padre terminaba su recorrido, compraba un par de libros intrascendentes y me decía: “Ya, vamos, guatón”. Volvíamos a pie a la casa y de pronto, para calmar mi angustia y la pena de no tener otro libro más, sacaba desde su bolsillo algún encantador breviario o algún libro prodigioso, que me entregaba feliz para aumentar la colección de libros sustraídos.
De esa época viene seguramente mi gusto morboso por los libros, por tener libros y por guardarlos ordenados, en impoluta serie dentro de los estantes de mi pobreza. La historia antigua me fascinaba y tuve muchos libros de historia desde esa época.
Seguí vendiendo pasteles hasta el año en que salí del colegio. ¿Éramos realmente pobres? Mi padre se escondía de los cobradores que llegaban a la casa y no tuvo un trabajo estable sino hasta fines de la década, cuando fue contratado por una ONG que se dedicaba a coordinar la organización sindical de los pescadores de Tarapacá, o algo así. Por esa misma época, mi madre fue contratada como administradora de una Disco y de una hostería hermosa que quedaba cerca de la playa Primeras Piedras. Hasta entonces, la plata siempre escaseó y me avergonzó mucho la pobreza que creía vivir. Cuando mis compañeros de la Academia supieron que esos deliciosos chilenitos que comían durante los recreos, los llevaba yo al colegio por la mañana y los fabricaba mi madre, sólo quería ser tragado por el mar. Ahora estoy orgulloso de esa magnífica pobreza adolescente que nunca olvidaré y que era magnífica riqueza. Nunca fuimos realmente pobres. Pero yo creía vivir cada día una miseria que no era tal. Quién sabe. Con pocas monedas en los bolsillos, mis padres apenas alcanzaban a mantener la casa, siempre con deudas, aunque nunca viví una real miseria, salvo en lo que toca a mi infinita necesidad de tener libros. Uno, en particular, me interesaba como nada: el “Cosmos”, un libro basado en la serie de Televisión del mismo nombre, transmitida a principios de los 80 por el canal 12, durante la “Franja Cultural” de los jueves. Tan maravillado quedé con esa serie, que cuando supe que existía un libro basado en ella, escrito por el mismo Carl Sagan que la protagonizaba, al entrar por casualidad en una tienda de libros nuevos, frente a la Plaza Prat, me llené de júbilo, alegría infinita que duró sólo el par de minutos que me tomó preguntar el precio. $8.500: una cifra exorbitante en ese entonces. Cuatro años estuve pidiéndole a mi padre lo mismo: “Cómprame el Cosmos”. Finalmente el entusiasmo se perdió, pero nunca lo olvidé.
Yo salía a vender los chilenitos en los edificios de la Remodelación El Morro. Salía en la tarde, con la misma bandeja plateada llena de pasteles, desde el departamento 402 del Block B-12 y recorría los edificios de cinco pisos que rodearon mi niñez hasta el año 87. Cuando lograba venderlos todos, volvía al departamento feliz y, para que mi vieja lo supiera, me golpeaba la cabeza con la bandeja, provocando un estruendoso zumbido de gong que mi madre oía desde el balcón. Se asomaba y me veía correr camino a la casa, con los bolsillos repletos de monedas de cien pesos.
Una clara tarde del 18 de octubre de 1986, volvía yo de la Academia y me encontré con mi viejo en la casa: “Guatón, no vamos a poder celebrar el cumpleaños, porque no hay plata, a menos que alcances a vender esos pasteles”. Con horror, descubrí que la “bandeja gong” estaba otra vez encima de la mesa; que sobre ella, como siempre, había una cubierta plateada; que adentro me esperaban varias bolsas llenas, cada una con cinco de esos blancos y deliciosos chilenitos –“cuarenta no más”, según el Gerente- y que debía salir a venderlos, para celebrar como correspondía mi vuelta número 14 al sol desde que nací. Triste y desconsolado, le di una patada a la puerta de la pieza y me tiré en la cama; me paré, en silencio; miré mis libros hermosos y me dije: “Ya, qué tanto”. Salí de la pieza para ir, resignado, a vender los pasteles. Llegué al comedor y, para calcular el tiempo que me tomaría la pega, pregunté “¿Cuantos son?” Nadie respondió. Levanté la tapa plateada y no pude contener un grito de asombro increíble: “¡EL COSMOS!".
Todavía tengo en mi casa ese libro que marcó mi vida. Lo he leído infinitas veces. De hecho, no estuve un segundo en la mesa de mi cumpleaños, sino sólo en la cama leyendo el libro. Mis papás, esa misma noche, salieron a un tambo que había en la sede del AGPIA y, cuando volvieron, a las 4 de la mañana, me encontraron despierto, mirando la Gran Mancha Roja del planeta Júpiter. ¡Una tormenta de 1000 años de antigüedad, dentro de la cual podría caber la tierra 10 veces! Nunca fui tan feliz, como esa noche.
7.- Estudié prácticamente todos mis años de colegio en un establecimiento que entonces había sido recién fundado. Llevaba al principio el rimbombante nombre de “Academia Superior de Estudios Iquique”, pero luego de un quiebre entre sus sostenedores, fue rebautizado simplemente como Liceo Academia Iquique. Todos, sin embargo, lo conocieron siempre como “La Academia”. Del colegio demasiados buenos recuerdos no tengo. Salvo la vez que participé como invitado en un concurso francés de la canción juvenil. “L’air du Temps”, parece que se llamaba. Canté en el escenario del Liceo María Auxiliadora, una canción de Edith Piaff, con la voz clara y ferviente de mi niñez. Desde entonces, nunca dejé de cantar.
También recuerdo el paseo que organizó La Academia al cerro Alto Molle, con el inalcanzable fin de ver claramente el cometa Halley, que nos visitó en marzo de 1986. No vi ningún maldito cometa y todo fue un soberano fiasco. Pero pasamos la noche en la pampa y cuando desperté, descubrí, para mi mal, que algo comido o bebido me había sentado pésimo y me revolcaba en la arena de dolor. Intenté disimularlo, me puse de pie y partí de vuelta a Iquique. A poco andar, me separé de la caravana de fracasados viajeros astronómicos y me fui siguiendo, desesperado, la cima del Cerro Dragón. Pero no aguanté y me cagué entero, triste y solo, de pie en el lomo del dragón cubierto de arena, sin dejar de caminar y mirando a lo lejos al grupo de dichosos compañeros que bajaban en fila india por la línea del antiguo tren del salitre. Cuando llegué a mi casa, mi vieja me preguntó si había pisado mierda. Guardé un respetuoso silencio y me metí al baño.
8.- En 1990 entré a estudiar Derecho en la Universidad de Valparaíso. De esa época tengo aun menos recuerdos hermosos. Fue, derechamente, un período muy difícil en mi vida. Nunca me adapté a la vida universitaria y la gente de mi escuela me parecía, en su gran mayoría, sólo un grupo de fascistas insolentes y clasistas, varios de la peor calaña. Egresé en 1996, sin vocación, sin consuelo y sin amor.
Naturalmente, cagadas como la del cometa Halley me mandé siempre, durante toda mi vida. Incluso en esa época, siendo pasajero de la línea uno del metro, me cagué hasta los zapatos, cuando huía de la casa de una tía en Vitacura, donde pasé tres meses en inútil sabatismo inconcluso, justo después de egresar. Vivía allí en una pieza pequeña de madera que estaba al fondo del patio. Frente a la cama, había un retrato autografiado de cuerpo entero del General Pinochet vestido de gala. Cuando ya no aguanté más la soledad y la modorra, metí mi ropa en un bolso, tomé una vieja guitarra de madera que no sé a quien le sustraje alguna vez, me metí a la cocina y abrí el refirgerador. De allí saqué una botella de jugo de naranja y una caja de leche con chocolate. Me serví un vaso de jugo y lo bebí de un trago. Después llené el mismo vaso con la leche, me la tomé y partí. Tomé el metro en la estación Escuela Militar y cuando iba en Baquedano comencé a sentir los mismos retorcijones de la pampa. En Moneda no aguantaba más. Antes de llegar a la estación Los Héroes me rendí y volví a sentir ese conocido aroma de mis años mozos. Me bajé y, caminando por la vereda norte de la Alameda como caminan todos los recién cagados, llegué hasta el baño sin ducha que había en una farmacia cercana. Estuve una hora dentro tratando de lavarme. Finalmente, salí con ropa limpia, con mi bolso hediondo a caca, mi guitarra al hombro y mis bolsos, y partí a Valparaíso, donde me esperaba una nueva vida de rockero. Sin ningún interés por terminar la carrera y dedicado plenamente a la música, formé parte de varios grupos de Rock en Valparaíso y Viña del Mar. Llegué a cantar sobre muchos escenarios importantes: en la sala de la Sociedad Nacional del Derecho de Autor, que estaba entonces en la calle Santa Filomena, de Bellavista. También canté en la Sebastiana y en el antiguo Cine Valparaíso, frente a la Plaza Victoria. Pisé varios otros históricos escenarios chilenos, con el sueño de convertirme en un cantautor famoso, o al menos en un poeta. Escribí muchas canciones en esa época, pero de música sabía poco. Soy zurdo y poco metódico, de modo que nunca aprendí bien a interpretar otro instrumento que no fuera mi voz, la armónica, el triángulo y las maracas.
Pudo haber sido ese quizá mi destino, pero me enamoré y me casé. Ahora vivo con ella, tengo dos pequeños y hermosos hijos, y no he dejado de escribir, ni de cantar, ni de leer, ni de soñar como lo hacía en la ballenera abandonada de mi niñez.

 

At 10 de julio de 2007, 2:23, Blogger BELMAR

El espejo puede mejorar o empeorar nuestra visión sobre nosotros mismos...

 

At 10 de julio de 2007, 13:26, Blogger BELMAR

.


Una sola será mi lucha
y mi triunfo;
Encontrar la palabra escondida
Aquella de nuestro poeta secreto
A pocos días de terminar la infancia...


.


Stella Díaz Varín (1926-2006)

 

At 10 de julio de 2007, 16:09, Blogger princess olie

Me atrajo tu signo scorpio
que es igual al mío...

Te vi donde Pay
y, bueno, si estás indecisa
por quien votar hazlo por...

LUIS ALEJANDRO BELLOOOOOOO

Con humor, abrazos:

princess olie
(jefa de campaña)

 

At 10 de julio de 2007, 16:43, Blogger Valparaisina

Gracias por la invitación.. ya te responderé en mi propio blog.. así sirve para que nuestra mini comunidad se conozca otro poquito
Cariños porteños desde Rancagua

 

At 10 de julio de 2007, 18:41, Blogger Gonzalo Villar Bordones

te imagino de lila por el mundo.

 

At 10 de julio de 2007, 19:30, Blogger Nafro

violeta... te agregare a mis links =)

 

At 13 de julio de 2007, 6:27, Blogger MentesSueltas

Sólo paso a dejar un abrazo en testimonio de mi visita... Te abrazo.
MentesSueltas

 

At 14 de julio de 2007, 16:51, Blogger juanperez

saludos wen blog ando cero aporte

 

At 14 de julio de 2007, 19:20, Blogger Valentinitz

Saludos
primera vez que leo tu blog y me pareces encantadora jaja. mi vieja se llama Violeta, y sí, es lindísimo el nombre.
Valparaíso me encanta aunque soy de Santiago, pero en fin algún día viviré allá y me daré uno de esos carretes de antología. abrazos.

 

At 15 de julio de 2007, 21:12, Anonymous Anónimo

Primera visita a este Blog...la primera de muchas, espero. Y qué mejor forma de empezar a conocerte que con este Meme.

Me di cuenta que, más allá de ser de Valparaíso, eres de la República Independiente de Playa Ancha; eso habla a las claras de una personalidad atrayente. En líneas generales, compartimos varios rasgos...así es que, con todo respeto, espero que podamos llevarnos muy bien.

Apoya mi candidatura a Príncipe Blog 2007. Haz click en este link y deja tu mensaje de apoyo y preferencia hacia este servidor que suscribe. Agradecido de antemano.

Saludos cordiales.

 

At 16 de julio de 2007, 18:05, Blogger vlv

ahí me hago presente en tu invitación...gracias

Saludos

 

At 16 de julio de 2007, 23:51, Blogger bajamar

Viole, no había entrado aquí...y no entendía dónde estaba la invitación (...)...
bueno, por lo general le hago el quite a los memes, pero a ver que invento ante tu amable invitación, que te agradezco...cuando pueda acceder eso si, que no ha sido facil en el último tiempo

te dejo un gran abrazo

 

At 18 de julio de 2007, 16:49, Blogger marcelo

no fui a verlos al Huevo, sabia q andaban en gira x Chile.. onda Conce, Stgo y Valpo... pero nunca cache la fecha exacta, y el sabado me acordé y habian estado la noche anterior... buuu asi q mal. Me gustan varias canciones.. habia escuchado unas canciones hace muucho tiempo, pero hace unos meses atras supe su nombre.. x la pelicula "Paréntesis", la viste ?

 

At 18 de julio de 2007, 18:20, Blogger andrescataldo

ola aguelita sorra no e podido aser mi lista porque son taaaaaaaaantas cosas gigigigig pero te boi a mandarte un mail para habisarte cuando lo aga lla??? te qiero mushio y quiero ir a tu casa para que hensallemos pazos de vaile con tus voas bioletas y sapatos de tacon!!!!
liberty

 

At 4 de agosto de 2007, 13:58, Blogger Blusa Transparente

Bello blog.
Buena música.
Un placer.

saludos