miércoles, 18 de julio de 2007





Recordando conversaciones añejas, vino a mi recuerdo lo tantas veces discutido con alguien una vez, hace un par de años: el desapego. Más allá de los vínculos con otros y otras, implicaba pensar en la tan etérea felicidad, en autonomía respecto a otros y otras, a acontecimientos, a circunstancias.
Pensé entonces en cuánto dependo de los otros y otras, de mis personas más queridas para estar y sentirme bien. Cuánto me fortalece verlos seguido, contar con su abrazo, su palabra, su mirada. Cuánto me cuesta desprenderme de los lazos, cuánto me cuesta superar distanciamientos y separaciones. Cuánto me cuesta lidiar con la soledad...
Claudia ya hablaba hace algunos días de las personas pájaro y las personas árbol, y yo me ví absolutamente como aquélla que tenía unas raíces tan potentes, que no podía desprenderse de esas personas, ese territorio, esas experiencias ya vividas. Cuando las certezas se acaban, soy resistente a los cambios, me cuesta pensar en un mañana no planificado, ni trazado. Debe ser un poco la estructura lineal de mi padre, pero es también la forma que he armado mi vida
Siento que no estaré lista para los cambios en tanto no me atreva a cruzar los puentes. Y dejar de pensarlo como un mañana. Simplemente, dejar de temer. No mirar las cosas como una caída libre, sino que como pasos necesarios, cambios, personas, vivencias. Carpe Diem. y a disfrutar de una vez por todas quién soy... Vamos que se puede!
 
posted by Violeta z at 17:07 | 9 comments