Estoy a días de los 29. Sip, y a esta altura, los 30 están ya a la vuelta de la esquina. Este año ha tenido de todo, como cada año, como la vida: vueltas, espirales, porrazos literales y simbólicos.
Ha sido el año de la introspección, de volver a las raíces, de estar con quienes más quiero, de cosas que desde muchos ojos pueden ser retrocesos, pero son pasos necesarios. He conocido personas geniales, me he alejado de algunas he afianzado lazos con otras. Parafraseando a Pablo, lo que vale no es el tiempo, sino la intensidad, y eso ha ocurrido, en calidad. Ya no me rodeo de las miles de personas con las que llenaba mi casa hasta hace poco, y que hoy veo muy poco, prefiero un fin de semana en la casa o salir a caminar, que los carretes de antaño. No es la edad, son etapas... no pierdo el encanto de un buen baile, de la risa, de hartas cosas, pero trato de disfrutar los segundos, de aprender. Gracias Pabli por reparar el lazo que no se había roto y todo lo que ya hablé antes; Manuel, por inyectar de energía, tu humor bizarro, tu escucha activa; Sanguijuelita por ser simplemente tú y llenar con tu pelo azul, tus disfraces y alegría inagotable todos los espacios; Patita, por tu humor, seriedad, y por creer en mí; al pequeño zorro con su aporte virtual; a tantos... mejor dicho, a tan pocos y pocas pero valiosos tesoros...
Y mi regalo, cada año, cada día, mi lucecita fugaz. Se ve poco, pero se escucha... No quiero que sea paparazzeado: