Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado:jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.
el mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en las costas de Colombia, pudo subir al alto cielo.A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, dede allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso - reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todos los demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
El sistema
Los funcionarios, no funcionan.