martes, 30 de octubre de 2007


Lo que sigue a estas líneas es la más pura pelada de cable, pero hay algo que nunca me ha dejado de llamar la atención: los nombres de las botillerías. Primero: no hay barrio que no tenga al menos una, que a ratos, es el espacio de encuentro, en su interior, o sus alrededores. En Valpo al menos, los que las atienden se caracterizan por su carisma, siempre tienen la talla a flor de labios, la tele sintonizada en las noticias o en los partidos de fútbol, y en general, uno se sabe el nombre del dueño del boliche.


Ya sea en los lugares donde he vivido (muchos, tengo alma de Yesenia*), o los terrenos recorridos, o los barrios visitados, tienen su local: "El Cielo", "La Fama", "El Amigo", "El socio", "La conquista", entre otras. Puros nombres winner.


En el lugar en que vivo, había dos botillerías en disputa. El dueño de una era colocolino, y el otro, wanderino. El albo tenía la mega botillería, y el caturro una pequeña, casi sin refrigeradores, con estantes de colores, bien típica. Como en este sector la gente es verde, decían que iban a arruinar al Colocolino. Sucedió al par de años, el caballero que sacaba pica con cada triunfo y sufría bromas de distinto calibre con las derrotas, un buen día bajó la cortina de su mega local. Al poco tiempo, el wanderino se tomó el lugar, agrandando su negocio y sustituyó los estantes de colores por grandes refrigeradores, poster de Pamela Díaz, helados, picadillos varios y algo más. Fue un triunfo comunitario, decían. Los que se paraban afuera de la botillería decían que habían logrado su objetivo, que David le había ganado a Goliat, que eran fieles a "Manolito". Yo juraba que así era, y pensaba que claro, en Chile no se puede tomar posiciones en política, religión ni fútbol. Menos si hay un copete de por medio.
Pero resulta que ese "algo más" era la diferencia de la oferta wanderina. Mientras el colocolino abría las cortinas de su mega negocio plagado de banderines (igual que el otro no más, uno con más estrellas, claro está), "de atrás pica el indio" (paradojas del mercado) y el caturro vendía todos los días y todo el día cañas de vino a $100. Eso quería decir que si ese día no te alcanzaba para la cajita amiga, al menos tenías asegurada la "rayuela corta". Así prosperó tanto, que llegó al monopolio, y en medio de la modernidad, mantiene la venta de la caña, ya casi institucionalizada. Práctica ilegal por lo demás, pero conocida por todos y todas y probada por la mayoría de los asiduos clientes.
Extraña cosa ésto de que a ratos las botillerías son los "espacios públicos" más frecuentados en los lugares. Ofreciendo combos, variedades en toxicidad y grados etílicos. El alcohol es un potente antidepresivo, pero ahí la trampa, te acrecienta las depres con la misma rapidez con que te las "cura". Y al final el amigo de la botillería es como aquel que te vende el veneno (Como dice la letra de Nicole: "te disfrazas de lo que me hace falta"). Afuera del negocio caturro hay unos cuantos que deambulan diariamente pidiendo un par de monedas para su caña mañanera, mientras el resto compra en las panaderías, entra a un ciber o manda algo a coser, sin pescar demasiado. parecen decir "el que esté libre de pecado o nunca se haya tirado al litro que lance la primera piedra". A ratos, el hilo del abuso a la dependencia, es demasiado fino....
(*Yesenia era una teleserie ochentera de una gitana que se enamoraba de un paisano. Cuando yo estba en el colegio, si te cambiabas mucho de casa, tenías ese apodo)
 
posted by Violeta z at 1:27 |


4 Comments:


At 30 de octubre de 2007, 8:12, Blogger Manuel

Buenísimo este post, uno de mis favoritos de lo que has escrito. Me encantó! meritorio de algún cuento, tienes muy buena pluma, deberías darle un intento!!
Y tienes toda la razón, las botillerías son las plazas de la periferia, donde los parroquianos se reúnen a celebrar el triunfo futbolístico, a consolarse por las derrotas con una caña, a fantasear con los calendarios de cervezas "siliconeados"... Me encantó la historia David-Goliat del wanderino versus el colocolino ostentoso. Mal ojo comercial tuvo en un barrio verde.
Adoré este escrito!! Besos!

 

At 30 de octubre de 2007, 18:20, Blogger Viole

Bien buena pal blabla saliste, será tu pega? jajajaja, pero tuvo muy güeno, jajajaja, quien no conoce esas cañas, o ha oído hablar de ellas, lo veía frecuentemente en el hogar de cristo (cuando trabaja allí de técnico social) en el boliche de la esquina, todos los tatas piediendo la moneditaa pa calmar el temblor... a lo soda stereo!!!!

Qué buen post,!!!

Saludos Viole

P.D. ya te falta poco pal cumple... se viene, se viene....

 

At 31 de octubre de 2007, 0:32, Blogger Lilith

jaja ta lindo
y pintoresco
quien no conoce esas botillerias

pero eso si no me gustan los nombres :)
tan poco original estos cabros jajaja


besitos*

 

At 1 de noviembre de 2007, 19:21, Anonymous Anónimo

De las Botillerías y Bares...cuando anduve en Serena con mi amigo bibliotecario, no pudo evitar sacarle la foto digital a un lugar llamado "La Biblioteca".

Por acá hay algunos nombres que recuerdo..."El Compadrito" y "El Químico" son los más cercanos. Y varias cuadras más allá, había una que se llamaba "Carlos Caszely" pero cambió a "Black-Cat". ¿Amenaza de querella?

Epica batalla de botillerías...si al hombre común se le conquista por el estómago, al con gusto por el alcohol se hace por el paladar y el bolsillo. Saludos cordiales.